‘El faro de todos los días’

Abrieron todas las puertas, abanicaron las ventanas y se drogaron aspirando el yeso fresco del cuarto de baño. Les encantó que la cocina tuviera baldosas blancas y el comedor, balcón con vistas al mar. Era un piso perfecto y ellos se sentían enamorados como una canción del Dúo Dinámico. Corría el año 1973 y el banco les concedió un crédito sin demasiados problemas. Para pagarlo, Antonio empezó a producir lavadoras en una multinacional donde le centrifugaron el entendimiento hasta convencerle de que debía hacer horas extras.

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