Las chicas «Dove», Elsa Pataky y otras multinacionales

La plaga se extiende rápidamente. El deplorable programa nocturno TNT (Tele 5) lleva una temporada sorteando una operación de cirugía estética entre espectadores acomplejados, a los que exhibe cual monstruos de feria. Por su parte, Antena 3 promociona desde hace días el programa que estrenará esta noche, “Cambio radical”. Presentado por Teresa Viejo, juega a “transformar” personas mediante cirugía estética. En el anuncio a toda página insertado hoy en los principales diarios del país, una mujer se está quitando la venda que le tapa toda la cara excepto el ojo derecho, desde el que se mira asombrada al espejito de la madastra de Blancanieves. “Todo el mundo tiene derecho a cambiar” es el eslogan, que viene acompañado de otras frases aún más sustanciosas:

“Podré reír” “Mi pareja no me dejará” “Por fin bajaré a la playa con mis hijos”


La cirugía estética es la nueva hada madrina. El bisturí se ha convertido en la varita que hace posible el milagro y arregla vidas. Lo peor es que el presupuesto de una de las poblaciones más endeudadas de Europa sólo da para algunas chapuzas. Cada vez se ve más bótox en los aeropuertos, más narices retocadas en los platós y más pechos operados en la playa y el gimnasio. Sin embargo, a menudo los resultados son nefastos: labios rígidos en caras arrugadas y narices artificiosas que hacen que te fijes sólo en ellas, exactamente lo mismo que ocurre con las más prominentes. España está a la cabeza en operaciones de este tipo, pero la locura es global, nunca he visto más narices operadas en un día que en las calles de Teherán. El negocio es redondo. El culto al cuerpo no tiene fin, siempre se puede estar algo mejor, siempre se puede consumir un nuevo producto, realizar una nueva operación estética. Así se entiende que Corporación Demoestética cotice en Bolsa desde el 2005.

“Luchar “contra la grasa”, hacer dieta y pensar en los kilos de más ocupa demasiadas horas a los ciudadanos del primer mundo. En esta batalla, están condenados al fracaso, porque jamás verán satisfecha del todo su ambición de “estar en forma”, siempre podrían estarlo un poco más. Tal como explica el sociólogo Zygmunt Bauman en “Vida líquida” (Paidós Estado, 2006), “la grasa corporal representa una pesadilla hecha realidad. El peso que usted gana en gramos y el ancho de cintura que adquiere en centímetros le alertan de una horripilante verdad: toda esa trabajosa fortificación de la frontera/interfaz entre el mundo y su cuerpo no ha servido de nada, ya que las fuerzas enemigas han penetrado en las líneas defensivas y han invadido el territorio defendido”. “La grasa desempeña un papel central en la incertidumbre que asedia a la mayoría de los estadounidenses (el «New York Times» bautizó la batalla de la obesidad como “una guerra cultural para el nuevo siglo”)”. El auge del “problema de la grasa” es, según Bauman, “consecuencia directa y previsible) del ascenso del cuerpo del consumidor a la categoría de blanco preeminente del marketing y de que el cuidado del cuerpo se haya convertido en el principal argumento de venta de artículos de consumo” (1).

A continuación, cuelgo el reportaje que publico hoy en el Magazine de La Vanguardia sobre el negocio de la belleza. Está ilustrado con fotos de mujeres “normales” (estilo Dove), firmadas por Juan Cruz. Desgraciadamente, en la portada del suplemento, la chica que presenta el extra de “moda primavera” es una muñeca de nariz respingona y melena a lo Nicole Kidman postoperada que no esboza ni una sola sonrisa en todo el reportaje. Al menos, el Magazine lleva años exigiendo que las modelos de los reportajes de moda tengan como mínimo la talla 38. En fin, la lucha es larga. “Belleza y poder” Y un datito más para los enemigos de las cuotas y la Ley de Igualdad, esta semana se reunieron 860 empresarios catalanes, desde el presidente de La Caixa hasta el del Barça, “entre ellos todos los pesos pesados de la economía catalana” -en palabras de El País-, para pedir la gestión autónoma de los aeropuertos y la potenciación de El Prat como centro de conexiones internacional. Pues bien, en el programa de Xavier Bosch de Rac1 remarcaron que entre tamaña representación sólo había ¡una docena! de mujeres. Y luego yo me meto con el programa Àgora (que mañana incluirá UNA en su mesa de debate). Hay muchas razones que explican que sólo hubiera una docena de mujeres en el acto de El Prat. Una de ellas, poco comentada por no ser de las más importantes, es la cantidad de horas que las mujeres están “obligadas” a cuidar de su aspecto personal. ¿Qué pasaría si invirtiéramos en formación y trabajo todos los minutos dedicados a depilaciones, peluquería y tratamientos varios, y todas las horas de trabajo destinadas a sufragar todos esos gastos? Tal como explica la analista de moda Marta Camps en el reportaje del Magazine, “en los años ochenta se calculó que un tercio del sueldo de las mujeres se destinaba a temas relacionados con la apariencia física”. Ni más ni menos. ¿Cómo hemos podido ser tan estúpidas y caer en esta nueva trampa promovida desde las grandes multinacionales y los medios de comunicación, que viven de la publicidad que pagan esas grandes compañías? Josep Carles Rius, nuevo decano de los periodistas catalanes y subdirector del Magazine, escribía hoy que “en los años sesenta y setenta, la llamada prensa femenina acompañó a las mujeres en su combate por la emancipación. Algunas revistas, la mayoría nacidas en Francia, lograron que su nombre formara parte de la mejor historia a favor de la igualdad. Las mujeres encontraron en estas publicaciones un espejo donde mirarse y ser vistas. Por fin fueron las protagonistas absolutas de unos medios de comunicación y sus aspiraciones hallaron un papel donde expresarse. Y, a la vez, las mujeres se convertían en codiciadas consumidoras, lo que hizo de estas revistas un floreciente negocio”. Lamentablemente, todo ha cambiado mucho. En la actualidad, la revista Elle e Interviú compiten por ver quién saca más desnuda a Elsa Pataky. La revista “femenina” habla de que representa “un modelo de físico y mente positivos”, pero lo que está exhibiendo en su portada es su rostro y su cuerpo, tan operados como el de la mayoría de las mujeres que aparecen en las portadas de Interviú. En su artículo, Rius cocluye que el actual combate de las mujeres por la igualdad “se libra a menudo en soledad, con el amparo de las leyes pero con el desamparo de la realidad. Y de la soledad es fácil pasar al conformismo y, de aquí a la regresión en las conquistas sólo hay un paso. Aquellos espejos donde entonces se reflejaban las aspiraciones de las mujeres pueden mostrar hoy más cadenas que libertades. Cadenas que parecen sólo estéticas, pero que significan un lastre para nuevas conquistas. Por eso es necesario que los medios de comunicación y los anunciantes recuperen los tiempos en que acompañaban a las mujeres en su combate por la igualdad”. Tal vez por todo ello ayer disfruté viendo la película “Tara Road”, en la que Andie MacDowell (1958) y Olivia Williams (1968) lucían estupendas arruguitas y en vez de medirse la una a la otra y competir para ver quién se quedaba al macho, que estaba, taaaan (presuntamente) atractivo con sus entradas y esas arrugas tan maduritas y bronceadas, se aliaban para ser, simplemente, ellas mismas.

BELLEZA A PRUEBA DE TALLAS Magazine – 25 /03/2007 (Versión extensa) «La vida no está hecha para contar calorías”. El liberador mensaje lo formulaba hace unos meses una chica en un anuncio donde, además, invitaba a las espectadoras a comerse el 90-60-90 y a “doña Perfecta”. Promocionaba la misma mayonesa que aquella joven que algo antes protagonizó un spot en el que analizaba su cuerpo junto a una amiga: “¿Sabes? Pablo dice que tengo el pecho pequeño y que tengo demasiada tripa, el trasero… Pero yo creo que estoy estupenda”. Su compañera le contestaba “¿Pablo? ¿Quién diablos es Pablo?” Ambas se reían y todo sonaba muy bien. Sin embargo, no estaban vendiendo las virtudes de una tableta de chocolate o una fabada, sino la marca Ligeresa, un producto “light” más entre los miles que se encuentran en los supermercados occidentales. Por otro lado, la muchacha que realizaba el ejercicio de autoafirmación no excedía, ni de lejos, la talla 38. Aun así, el anuncio es “un soplo de aire fresco”, alaba Silvia, una treintañera en dieta intermitente desde que cumplió los quince. Esta profesora se define a sí misma como “una chica Dove”, un concepto que le encanta porque detesta el de “los dichosos cuerpos Danone”. ¿Estará cambiando la tendencia?, se preguntan jóvenes como Mili, la estudiante que posó para el Magazine. A sus 26 años, dice sufrir por la salud de “algunas de esas chicas tan delgadas que a veces se ven por la calle”. Ella tiene las cosas claras, se cuida lo justo y “sin obsesiones”. Pese a todo, admite qe alguna vez ha dejado de ir a la playa por no sentirse segura de su aspecto. Como muchas de sus compañeras de sesión. Por este motivo, el último eslogan de Pascual, “yo no necesito ser perfecta para sentirme bien”, despierta la simpatía general. Por desgracia, el ejemplo no está cundiendo. Para empezar, marcas aparentemente tan inconexas como Dove y Ligeresa pertenecen a la misma multinacional (Unilever) y la mayoría de leches y yogures de este país los siguen promocionando actores muy atractivos. Mientras, las operaciones de cirugía estética aumentan sin parar hasta convertir a España en el país europeo donde más se realizan, unas 400.000 al año. En total, un gasto de 800 millones de euros. Por otro lado, la anorexia afecta ya al 2% de los jóvenes. El 4% sufre bulimia y el 5%, trastorno por atracón. “Toda la vida he hecho dieta. Si no lo hiciera, estaría como una vaca, y cuando eres joven es muy deprimente no encontrar tu talla y tener que ir a la sección de señoras”, explica Genara, productora de moda. “Supongo que se trata de aceptar el paso del tiempo y comprender que el cuerpo no responde a los 36 años como lo hace a los 20, por más que te cuides”. Siempre quieres estar mejor, es muy difícil no caer en la trampa de vez en cuando”, reconoce Ana, licenciada en Filología Inglesa de 34 años. “Soy inteligente y creo que bastante razonable. Sé perfectamente que no puedo luchar contra la naturaleza, pero lo cierto es que si pienso en la cantidad de horas que invierto en mi aspecto físico me siento estúpida”. Muchísimas horas. Se puede hacer tanto: mechas, uñas, los pies, ir al gimnasio, clase de danza del vientre, la depilación, peluquería, un tratamiento anticelulítico… Estar “en forma” exige otras muchas horas de trabajo para pagar todos esos tratamientos. “En los años ochenta se calculó que un tercio del sueldo de las mujeres se destinaba a temas relacionados con la apariencia física”, explica Marta Camps, analista de moda. El dato más impactante lo recoge Ulrich Renz en su libro “La ciencia de la belleza” (Destino): una encuesta de la revista Psichology Today reveló que el 15% de las mujeres y el 11% de los hombres entrevistados “estarían dispuestos a sacrificar cinco años de su vida a cambio de alcanzar su peso ideal”. “La moda es una droga dura. Supone la insatisfacción permanente del consumidor. Nadie será nunca lo suficientemente joven y moderna”, argumenta Inma Urrea, coordinadora del posgrado en Comunicación y Moda de la Universitat Pompeu Fabra. “Es muy difícil escapar a la presión. Allá donde mires hay un cuerpo pluscuamperfecto e irreal. Corresponden a personas excepcionales que, además, han sido mejoradas con Photoshop”. Esclavas de la moda Las modas tienen a veces su razón de ser. La escasez de la II Guerra Mundial motivó algunos cambios en la indumentaria femenina. “En París y Londres se reciclan las viejas prendas de vestir: los vestidos se acortan o se les hacen aberturas para adaptarlos a los movimientos de la bicicletas, y los abrigos se estrechan. Ante la escasez de cuero, los zapatos llevan suelas, plataformas y cuñas de madera”, tal como se explica en el libro “La belleza del siglo. Los cánones femeninos en el siglo XX” (Gustavo Gili). ¿Pero por qué hacen ropa que nadie puede llevar? ¿Qué necesidad hay de que las modelos sean esqueléticas? Cada época ha tenido su propio canon, más o menos tiránico, incluso las tribus más alejadas del marketing capitalista. “Lo que sucede es que hoy se ha impuesto un modelo que está especialmente alejado de la realidad de la calle”, asegura Urrea. Por eso es más difícil de conseguir y provoca más frustración. “Se utiliza a niñas con la talla 34 para representar a las mujeres adultas, lo cual es imposible porque sus cuerpos son totalmente distintos”. Entre las razones para tamaño disparate, la conveniencia de los diseñadores, que escogen unas determinadas proporciones por cuestiones estéticas. También se da la circunstancia de que casi todos ellos “son hombres, algo misóginos y poco respetuosos con el cuerpo de la mujer”, añade Urrea. No obstante, para esta historiadora la verdadera clave es otra: “Las marcas de moda venden cada vez menos ropa y más productos de cosmética. Si las mujeres “normales” encontraran las prendas que les sientan bien sin problemas no estarían insatisfechas y no comprarían sus productos”. El culto al cuerpo reporta muchos beneficios a los cirujanos, la industria farmacéutica, la dietética y los gimnasios. La socióloga y periodista Mònica Figueras opina que “el culto a la imagen es una manera de tranquilizar la angustia permanente de una sociedad sin grandes referentes. En una época en la que no hay ni grandes líderes ni ideales nos aferramos a cosas concretas, a elementos de consumo como una pieza de ropa. Hoy día la imagen es la tarjeta de presentación». Ante la presión mediática, las jóvenes se sienten aliviadas precisamente consultando «sus» revistas. En ellas encuentran información sobre todo tipo de tendencias. “La mera posesión de la revista las tranquiliza. Tal vez no puedan comprarse el vestido de moda, pero saber cuál es las hace sentirse algo mejor, como si estuvieran más cerca de alcanzarlo algún día. Ocurre algo similar con apuntarse al gimnasio y no ir jamás”. El negocio perfecto El mundo de la moda mueve un billón* de euros al año. De esta cantidad, la mayor parte proviene de los productos de cosmética de lujo, explica Marta Camps. “El valor en bolsa de L’Oréal, la concentración de empresas cosméticas más grande del mundo, es tres veces superior al de General Motors, el mayor fabricante de automóviles. El volumen anual de ventas de la industria de la belleza en todo el mundo asciende a unos 180 miles de millones de dólares”, apunta Renz. Ante esta realidad, Camps recomienda ser críticos sin caer en la paranoia. Lo importante es entender los mensajes y, llegado el caso, reírse del vocabulario utilizado por esta industria. “Parece que hablen de terrorismo cuando aconsejan defenderse de los radicales libres o los agentes externos”. Incluso la celulitis suena terrible. Es como si las células tuviesen algún problema letal. En la actualidad, el discurso en torno a la belleza está transformándose. Ahora se habla de salud y bienestar. El objetivo es el mismo: vender. La conclusión de las expertas es que hay que cuidarse porque se trata de un derecho y hasta un placer, pero sin obsesionarse. Tampoco es recomendable negar la realidad: la belleza no es un invento sin más. Existe. En palabras de Renz, “los individuos bellos no sólo son bellos. Son bellos con un “plus”, son una clase superior que nos intimida como una autoridad, que nos acelera el pulso y hace que nuestras manos suden (…). Desde un punto de vista estrictamente económico, el hombre bello o la mujer bella poseen algo que los demás no tienen, un bien muy condiciado y bastante escaso. Y los bienes escasos tienen su precio. Por esta razón, la belleza facilita inevitablemente el acceso a otros recursos que también son escasos. En una palabra, la belleza se casa con clases sociales superiores”. Renz demuestra con múltiples ejemplos cómo la belleza puede facilitar muchísimo la vida de quienes la poseen. Para empezar, es una buena ayuda ante la justicia. Después de analizar 2.235 sentencias dictadas por diferentes jugados de Texas se concluye que “¡los jueces fueron menos estrictos con los acusados más bellos!» En función del atractivo, la multa correspondiente a un mismo delito podía oscilar entre 1.400 y 400 dólares. También se estima que el salario de los más bellos suele ser al menos un 5% superior al de los menos agraciados, añade. Los altos gozan de privilegios similares. El economista Nicola Persico constató que ganaban más dinero y que esta clasificación se extendía a los que no eran muy altos en la actualidad, pero sí lo habían sido durante su adolescencia, ya que esa cualidad les había hecho tener más confianza en sí mismos. Esa autoestima se había consolidado después durante el resto de su vida. Justo ahí radica la vacuna para no sufrir la ansiedad que se calma a base de atracones de chocolate y vuelta a empezar. “Ciertamente, el aspecto físico condiciona la vida de las personas, sobre todo durante los primeros treinta años. Luego pierde importancia”, celebra Azucena Rodríguez, directora de la película “Atlas de geografía humana”, basada en el libro de Almudena Grandes. La autora del relato “Malena, una vida hervida” ha descrito como pocas la condena de las mujeres que se pasan décadas haciendo dieta, cociendo verduras. Por suerte, la protagonista de “Malena es un nombre de tango” decidía finalmente echarse el mundo por montera. En su versión cinematográfica se despedía con un contundente “¡Qué coño!”

EJEMPLOS DE FICCIÓN El mechón que cubría el ojo de la actriz Veronica Lake fue tan imitado que el gobierno de EE.UU. le pidió que cambiara de peinado para evitar accidentes en las fábricas. La anécdota puede parecer exagerada hoy día, pero lo cierto es que el cine y la televisión marcan estilos, desde Julia Roberts hasta Letizia. “Hay una tendencia en las series juveniles a sacar gente muy guapa”, admite Luis San Narciso, director de casting de Globomedia. Por suerte, la ficción para adultos ofrece más variedad. Como prueba, el responsable del reparto de “Volver” y “Los Serrano” destaca el espacio que ocupan actrices como Lola Dueñas o Carmen Machi. En cualquier caso, “los héroes de las películas son carismáticos y guapos”. Exigencias del mercado, no del guión. Para San Narciso, las historias inteligentes pueden prescindir de los bellezones, muy útiles para tapar carencias de guiones tan “light” como la dieta de “Los vigilantes de la playa”. La gente se identifica con las tribulaciones de las personas con carencias. Eso sí, por mucha empatía que sientan por “Aída”, nunca “imitarán su apariencia ni su vestuario”, matiza San Narciso. Antonio Trashorras, co-director junto a Cayetana Guillén Cuervo, del programa “D-Calle”, un espacio presentado sólo por mujeres, conoce bien los prototipos que desfilan por las televisiones. Entre estos señala a las presentadoras de informativos, “cada vez más jóvenes y guapas, y con menos credibilidad y aplomo que sus antecesoras”. El fenómeno ha contagiado a las presentadoras de las galas, nada que ver con el “estilo Constantino Romero”. Para ver mujeres inteligentes en televisión hay que levantarse temprano, a la hora de “las opinadoras”. O acostarse muy tarde, Eva Hache es el modelo más positivo de la parrilla, afirma Trashorras. “Pese a no vender fealdad, no es guapa. Destila inteligencia y viste de un modo asexual, por lo que te fijas en el contenido”. De momento, no tiene imitadoras.

MODELOS POR UN DÍA La idea no es nueva, mujeres “normales” haciendo de modelos por una vez. Sin embargo, sigue siendo excepcional, una rareza muy sana. La veintena de mujeres que posaron para el Magazine disfrutaron de la sesión. Algunas la vivieron como una travesura y otras como una reivindicación necesaria hasta que los medios de comunicación “estén llenos, repletos, de mujeres “de verdad”. Traducido en números, la mayoría de las españolas usa tallas que van de la 40 a la 44 de la era “preministra Salgado”. No obstante, sólo se habla de los problemas de las que están por debajo de la 38 o de las tallas grandes, de las asombrosamente guapas y de las que se operan compulsivamente. No basta con ser atractiva, resultona o tener algo. “Algo”, un no sé qué que a los hombres suele gustarles más que “las modelos que llevan ropa androide en las pasarelas”, asegura Juan Cruz, el fotógrafo que firma este reportaje. El principal problema es que en el mundo de la moda no hay variedad. “Apenas si se ven latinas y nada de curvas”, lamenta Cruz. “Pero si en un desfile pones a todas las modelos junto a Monica Bellucci, ella acapara la atención de los hombres”. Y probablemente de las mujeres, que no sólo le profesan admiración sino también gratitud desde que declaró que sus fotos se retocaban con Photoshop.

(1) Extracto del catálogo de la exposición “Soy el que come. Eres el que me come. Somos lo que comemos”, de Tatiana Donoso y Magda Bandera. (*) Modificación: En principio, este texto decía que el mundo de la moda mueve aproximadamente “un trillón de euros al año”. El dato había sido recogido de una traducción literal y, con toda probabilidad, incorrecta, de un texto escrito por Mark Tungate (“Fashion Brands. Branding Style from Armani to Zara”. Ed. Bogan Page, 2005). El trillón inglés y el trillón español no son equivalentes. Un trillón inglés son 1.000.000.000.000 unidades (1012) y un trillón español, 1.000.000.000.000.000.000 (1018). Es decir, un billón español y un trillón inglés son lo mismo. En este sentido, la traducción correcta hubiera sido que el mundo de la moda mueve aproximadamente “un billón de euros al año”.

2 thoughts on “Las chicas «Dove», Elsa Pataky y otras multinacionales

  1. Ole por la Belluci que reconoce lo del Photoshop. Y ole por sus curvas y belleza naturales. Todo lo contrario que la pobre pataky que no reconoce ni el photoshop ni mucho menos, la cirugía extrema (va camino de ser la Cher española) Y las revistas femeninas (yo diría anti-femeninas y deshumanizadoras) pretenden vendernos a la prefabricada pataky como «un modelo de físico y mente positivos»? ¿un físico hecho a golpe de dinero-bisturí? ¿y qué clase de mente positiva o de cualquier tipo posee una persona así? Lo más triste es que con ejemplos así de patéticos hay mujeres que se acomplejan. Lo único que podemos hacer es dejar de comprar esa mierda editada.
    Si quieres leer revistas que de verdad te transmitan «cuerpos y mentes positivas» ahí tienes Muy Interesante, Arte,…

  2. Me parece excelente este artículo por el análisis que realiza sobre un modo de manipulación ética de la mujer actual, bajo la forma de una apariencia determinada (anoréxica o retocada a base de cirujía), así como la realidad que se oculta tras ello en términos económicos.
    Me gustaría añadir a todo lo planteado aquí el actual desconocimiento que existe sobre los implantes mamarios que han de ser retirados tras una serie de años que varía en función a la persona y que se minusvaloren los riegos por intereses económicos añadidos cuando un «cirujano» informa a una paciente de que no tiene riesgos la lactancia en estas condiciones para un neonato. Solo añadir que es interesante consultar por ejemplo las medidas legales en materia legislativa promulgadas por el Parlamento Europeo -en Resolución del Parlamento Europeo sobre la Comunicación de la Comisión sobre las
    medidas comunitarias y nacionales relativas a los implantes mamarios (COM(2001)
    666 – C5-0327/2002 – 2002/2171(COS))- donde se advierten estas cuestiones y otras relacionadas.
    Para concluir decir que la información hoy sobre estas cuestiones es el mejor arma contra todo tipo de manipulación o engaño de la mujer actual a la que desde hace tantos siglos se le ha negado lo que es suyo poniéndole bonitas cadenas bajo la forma de una estética determinada.

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