El misionero de Cuba

Pasan los días y se sigue hablando del diputado Jorge Moragas (PP) y de su “misión” en la isla de Fidel Castro. Pero no me interesa demasiado ese hombrecillo que sonreía como un niño travieso y repelente a su llegada al aeropuerto de Madrid. Sus proezas: 1. Decirle al mundo que Fidel Castro es un dictador. (Tremendo descubrimiento). 2. Decirle al mundo que hay presos políticos en la isla. (¿Alguien lo desconocía?) 3. Quedarse sin entrar en la isla. (Imagino que Moragas no tiene muchos amigos procedentes de países del “Maspallá” -como dice la abuela de mi amiga Eva-. Si no, sabría que los gobiernos conceden y rechazan visados a su antojo sin montar estos revuelos. Y si a uno le descubren en “misión” cuando había dicho que iba sólo de turismo la cosa se le puede complicar bastante). Por todo ello parece más que cínico leer lo siguiente:

(El País, 18/10/04): “El ministro holandés de Asuntos Exteriores, Ben Bot, ha convocado para hoy al embajador de Cuba para pedirle explicaciones por la prohibición de que entraran en su país el pasado viernes, junto a Jorge Moragas, un diputado del partido liberal D-66, que forma parte de la coalición gobernante de centro-derecha, y una diputada democristiana de la CDA, informa Isabel Ferrer].

Resulta sorprendente tanta indignación teniendo en cuenta que hace apenas ocho meses, “el Parlamento holandés aprobó una polémica propuesta del Gobierno que supondrá la expulsión de 26.000 solicitantes de asilo, muchos de ellos provenientes de lugares todavía en conflicto como Afganistán, Somalia o Chechenia”.

Tal como informaba El Mundo el pasado 18 de febrero:

“Si la ley logra el visto bueno, los afectados deberán abandonar el país en un plazo de tres años, pese a que algunos de ellos llevan mucho tiempo en él, tienen empleos y han fundado familias. Se trata de solicitantes que entraron en los Países Bajos antes de abril de 2001, fecha en la que entró en vigor una nueva ley más restrictiva. Huidos de la antigua Yugoslavia, afganos e iraquíes encabezan la lista de peticiones de asilo en ese periodo. La Cámara Baja mostró este respaldo tras el rechazo de dos mociones parlamentarias que solicitaban el indulto para aquellas familias de refugiados con hijos menores de edad que viven en Holanda desde hace más de cinco años, así como para los refugiados que han agotado los recursos judiciales para solicitar sus papeles de residencia.”

Y nuestro querido ex gobierno, tan preocupado por los derechos de los ciudadanos bajo dictaduras, también se destacó por haber denegado el 99% de las solicitudes de asilo de ciudadanos iraquíes entre los años 1997 y 2001. El régimen iraquí era malísimo, decía, con razón, nuestro ex presidente. Había que liberar a esa gente. Eso sí, de lejos, con el mando a distancia, el mismo que siguen pulsando cada día los aviones que bombardean Fallujah imitando la técnica de asesinatos selectivos practicada por los israelíes. Tanto es así que se confunden los escenarios. Si en el noticiario se quita el sonido, uno no sabe de qué país están hablando. En fin, que después del éxito mediático de “Nuestro hombre en La Habana”, espero que el eficiente y “espectacular” Moragas se anime a ir a la China. Y que denuncie lo que allí pasa, porque nuestro querido Maragall ha ido a “negociar” con el gigante económico y ni media crítica. Supongo que es difícil hablar de democracia a tanta gente junta, 1.200 millones de clientes son muchos clientes. Quiero creer que Aznar tampoco le habría dado tantos abrazos a su amigo Putin si supiera lo que este moderno zar hace con los disidentes y con la libertad de prensa en su país. (Lo de Chechenia más vale no mencionarlo). E imagino que tampoco sabe nada de Leonard Peltier, bautizado por algunos como el Mandela estadounidense. Este líder nativo americano es un preso político desde hace más de 27 años (ver post del 14 de enero). Conclusión: mientras inventemos noticias sobre Cuba no profundizaremos sobre otros asuntos. Así, la noticia de que en España hay 8,5 millones de personas bajo el umbral de pobreza sólo será cosa de un día. Tocó hablar de ello el Día Mundial de la Pobreza y no repetiremos hasta el año que viene. Mejor hablamos de Arzak que de lo caro que resulta organizar un puchero hoy día. Hace un par de años vi en Lavapiés cajas llenas de pan duro en los portales y la gente recogiéndolo. Nunca lo había visto en mi ciudad, pero ayer otra Eva me contó que a la salida del Mercadona hay cada vez más personas esperando a que los encargados del almacén saquen los productos caducados para llevárselos antes de que lo haga el camión de la basura. En España una de cada cinco personas no sabe si desayunar o cenar y seguimos diciendo que el país va bien. Esto me recuerda a unos cubanos que hace un par de años contaban en tono de broma que en vez de hacer merienda-cena, a menudo hacían desayuno-cena (aunque a cenar ellos le llaman “comer” a secas). No sé cómo andarán de vacunas contra la gripe por La Habana. En el fondo, ese asunto es una anécdota, aunque significativa. Más preocupante es escuchar a Kerry decir que su objetivo es elevar la calidad de vida de las clases medias. ¿Significa eso que ya se da totalmente por perdida a la clase baja? ¿Es irremediable? Antes de acabar, vuelvo a Cuba, porque estoy leyéndome el último libro de Belén Gopegui, “El lado frío de la almohada” (Anagrama). Interesante lo que explica sobre los secuestros de aviones y su “frecuencia” justo antes de la invasión de Irak del año pasado. Aún voy por la mitad, pero ya han aparecido algunos párrafos de los que merecen subrayado. Uno de ellos es un diálogo entre Laura Bahía, la espía cubana, y Phillip Hull, el norteamericano. (Empieza Laura, pág. 56):

– Yo no he provocado. – Lo has hecho. Despistaste al hombre, como si tuvieras algo que ocultar. – Ah, eso. Me dio rabia verle ahí. Me dio rabia saber que podía despistarlo y… sí, lo hice. Agustín también me lo ha reprochado. Pero él lo entendía. No creo que puedas entenderlo. – Entender el qué. – Larabia. La rabia de ir perdiendo desde el principio, y no por jugar peor sino porque nos han dado menos cartas.

En otro momento del relato (pág. 68-69) dice:

– Hace dos meses una funcionaria de inteligencia movió sus fichas –dijo Sedal-. Se acercó a mi gente para sobornarla. No es la primera vez. Llevan años aprovechándose de nuestras dificultades, son rastreros. Porque es rastrero sobornar al que no tiene. – No se trata de echar toda la culpa a los americanos –dijo Osorio-. Algo no hemos hecho bien para que haya gente en Cuba que se deje comprar por una computadora y dos linternicas. Pero es rastrero por parte de los grandes paladines de la libertad. Es mezquino aprovecharse de las carencias. Comprar a las personas con una grabadora, un fax y tres latas de melocotón en almíbar.

Algo han hecho, sin duda, Castro y su hermanísimo, entre muchos otros. Política aparte, la historia de amor descrita por Gopegui también tiene su interés. En un momento determinado, escribe:

“No quería verla, sólo quería verse a sí mismo cuando iba a visitarla y por eso paró un taxi y le dio la dirección de la calle Amor de Dios”.

Ese narcisismo romántico me ha hecho pensar que, probablemente, “Moragas no quería ver a los disidentes, sólo quería verse a sí mismo cuando llegara al aeropuerto de Barajas”.