Nuevas crónicas desde la Puerta del Sol

Inma del Valle manda nuevas crónicas desde la Puerta del Sol. Las ordeno cronológicamente.

Sábado, 21 de mayo. 14.44 horas citadura.jpg REFLEXIÓN EN COMPAÑÍA La noche continúa admirada con sus inquilinos. Se comienza a reflexionar democráticamente y una persona se cuestiona en alto cuándo tuvo él su jornada de reflexión si votó por correo. Todo son comentarios, complicidades… La gente opina en alto y espontáneos le corrigen o dan la razón. Parece que ha desaparecido la palabra “entrometerse”. No se considera un atropello intervenir en una conversación ajena.

Horas antes, un comentario de dos sorprendidos peatones que salen de la boca de Cercanías, un presumible matrimonio de unos sesenta años, atrae la curiosidad de un joven: “¡Aquí no va a haber quien duerma!”, y pregunta el joven: “¿Es que son vecinos?”. “¡Qué va! ¡Hemos traído sacos!” Mostrando una enorme mochila de un conocido coronel… Todo son sorpresas en esta plaza mientras la noche se dispone a descansar velada por los concentrados. carteles.jpg ÚLTIMA HORA: A las 8.30 a.m. comienza un reordenamiento de la infraestructura del asentamiento y se despejan pasillos de emergencia debidamente señalizados, entradas y salidas marcadas, consignas de limpieza y orden para evitar conatos de incendio e instrucciones para el mejor flujo de personas. Se reúne una comisión general para trasmitir en seguida sus decisiones a la asamblea. La Puerta del Sol queda lista para continuar en ella después del domingo.

Sábado, 21 de mayo; por la mañana NOCHE SOLEADA Todos los asistentes saben que 15 minutos antes de la medianoche deben permanecer callados un minuto con un esparadrapo en la boca o con la mano haciendo sus veces igual un indio congelado. Luego se expresará la libertad con un grito mudo. Se dan instrucciones por megafonía. Pasa una hilera de chavales hacia la caseta de médicos acarreando a un colega con la cara de cera y los ojos en otro lado. Por primera vez en cinco días, hay prisa. Intentos de cánticos y rápidos siseos para acallarlos. Nadie quiere empezar tarde el minuto de silencio y por eso comienza a diluirse el ruido mucho antes de lo previsto. Se espera. Calma, calma. Los esparadrapos ya están puestos y las manos dubitativas. manos.jpg Las mentes se convierten en una red telepática que explota con el desgarrado silencio. Irremediablemente, estalla lo esperado: un trueno ilegible con un significado diáfano. Un grito de mil bocas, 6.000, 15.000, 30.000… Retumban las cuerdas dentro de los cuellos. Las gargantas expulsan un granizo invisible que quiebra el cielo. Una emoción incontenible que debería narrarla Virginia Woolf o Ana María Matute. Se aplaude, se abraza un gol por la escuadra del sistema. Los brazos estirados hacia arriba a punto de separarse del tronco y todas las manos como estallidos de primavera abiertas con dedos como pétalos. Coros por doquier que liberan adrenalina. Comienza un murmullo que mucha gente no entiende. Se impone el silencio y comienza un tenue cascabeleo… miles de llaves titilando en las manos de ¿sus dueños?… Se comienza a escuchar: ESTAS LLAVES SON DE MI BANQUERO ESTAS LLAVES SON DE MI BANQUERO Es media noche, nadie ha comido uvas ni brindado con cava pero jamás vio el reloj mayor felicidad.