Historias de Senegal

A continuación, cuelgo el reportaje que escribí tras el viaje en junio-julio a Senegal y Mauritania.

HISTORIAS DE LA OTRA ORILLA Ngor es uno de esos pueblos donde nunca pasa nada. Los chavales visten camisetas de futbolistas que cobran sueldos millonarios en Europa. Las mujeres se pasan el día cocinando, cosiendo y contando niños. Y los hombres, pescadores que cada vez capturan menos piezas, hablan de piraguas. Como casi todo el mundo en Senegal, un país de once millones de habitantes que ocupa el puesto 157 en el Índice de Desarrollo Humano.

Todos se conocen en Ngor. Saben quién sale a faenar, quién se pasa el día tomando té a la sombra y quién recibe transferencias bancarias. También intuyen que sus vecinos guardan secretos similares a los suyos. Los descubren de vez en cuando al amanecer. Una cama vacía antes de tiempo indica que su propietario ha reunido el dinero suficiente para montarse en un cayuco. Seguramente, muchos sabían que pensaba marcharse, pero nadie la fecha exacta. Lo más probable es que él mismo la supiera con muy poca antelación. Las mafias los tienen bien aleccionados: un chivatazo puede dar al traste con sus planes. Desde el momento en que se confirma la partida de un familiar, todos los parientes esperan su llamada. No siempre la reciben o tarda demasiado en llegar. La duración del trayecto hacia el Viejo Continente varía según la ruta escogida. Para eludir la vigilancia, algunas piraguas parten desde el sur de la costa senegalesa. Pero lo más frecuente es que suban hasta Saint-Louis, en el norte del país, o incluso que sigan hasta Mauritania para acortar la distancia que les separa de las Canarias, nunca menos de 800 kilómetros. “Están locos. Como el imbécil de mi sobrino, que desapareció de repente y nos llamó el otro día diciendo que estaba en Huesca. A saber qué hará allí ahora, seguro que lo explotan”, ruge Mohamed Insa Sene. Este profesor de castellano sabe que muchos de sus compatriotas acaban en invernaderos en los que viven “en condiciones deplorables”. “Pero eso nunca lo cuentan. Los senegaleses siempre alardean de que les va bien”. El aumento de los inmigrantes senegaleses en España es muy reciente. El año pasado sólo había censados 28.000. Sus razones para emigrar son diversas. Por un lado, el alto precio de las licencias para pescar ha hecho que casi todas hayan sido concedidas a empresas occidentales y que los caladeros estén sobreexplotados. Por otro, la sequía que castiga el interior de Senegal ha hecho que la mayoría de sus jóvenes se vean obligados a marcharse. Muchos de ellos recalan en Dakar y se ganan la vida recorriendo las calles vendiendo objetos inverosímiles, desde perchas hasta licuadoras. Conocidos como “el éxodo rural”, abordan sobre todo a los extranjeros, que se desplazan en sus 4×4 o en taxis amarillos y negros idénticos a los barceloneses. “No creo que haya mucha diferencia entre vender aquí o hacerlo en Europa, excepto que ganaré mucho más dinero”, imagina Papa Jeanot Gaye, un joven de 27 años que se dedica a la venta ambulante desde hace tres. Las antenas parabólicas son el verdadero motor de la emigración. “El “boom” de los últimos años de los medios de comunicación en Senegal ha hecho que los jóvenes vean la parte buena de Europa, no la mala. Han descubierto un mundo de confort que desconocían y al que quieren acceder”, argumenta Aliou Sow, ministro de la Juventud. “Por otro lado, vemos que en Senegal se está potenciando el materialismo. Ahora la gente es respetada por lo que tiene y por su éxito social. Antes lo era por sus valores”. El problema es que los nuevos valores conviven mal con los antiguos, que aún siguen vigentes. La familia sigue siendo esencial. Y, sobre todo, numerosa. Por ello, los emigrantes deben trabajar y ahorrar no sólo para ellos mismos, sino también para todos sus parientes en sentido amplio, los que viven pendientes de la llamada que confirmará que han llegado sanos y salvos a su destino. Con el tiempo, también esperarán sus transferencias y, a menudo, soñarán con imitarles. A menudo, la presión a lo que son sometidos estos “cabezas de familia” a distancia es asfixiante. Paradójicamente, la mayoría de los jóvenes senegaleses no aprovechan esos euros extras para mejorar su situación en su país, sino que prefieren guardarlos durante años para pagarse su propio salto a Europa. Apuestan por lo que creen que será un “éxito rápido”. Por esa misma razón se van en canoa por 600 euros. Antes tardaban más en conseguir el dinero, debían reunir los 4.000 que cuesta un visado de origen poco claro y un pasaje en avión.“Con esa cantidad no eres tan miserable en África y podrías abrir un negocio, pero el que tiene un amigo en Europa y lo ve regresar con un Mercedes desea comprarse otro y al instante”, agrega el ministro de la Juventud. “Sucede que nunca tienen noticias de esos otros africanos que no vuelven porque siguen siendo pobres en el país de destino”. El gobierno de Abdoulaye Wade comenzó a hablar de los “fracasados” y los muertos después de los acuerdos firmados con España a principios de este verano. “Han empezado a emitir anuncios en televisión en los que alertan de lo peligroso que es irse con estas mafias”, explica el profesor Sene. De momento, no parece que hayan producido ningún efecto. El perfil del emigrante ha cambiado considerablemente. Si antes la mayoría eran padres de familia de más de treinta años, ahora abundan los muchachos de veintipocos. “El riesgo que asumen esos jóvenes es muy relativo, les importa muy poco morir. Además, los senegaleses somos muy fatalistas. Si se te muere un hijo, lloras un poco y después lo aceptas con resignación, te consuelas pensando que estará en el paraíso preparándote la mesa para cuando tú llegues”, explica Makhtar Ndiaye, quien ha vivido varios años en Madrid y Bilbao. Ousseinu, un guía turístico de 31 años que espera conseguir algún día un visado para emigrar a España, insiste en la importancia de la “resignación” para un senegalés: “La gente desea irse y mientras espera va fantaseando, sueña con todo lo que podrá tener cuando llegue a Europa, los coches que conducirá y las mujeres con las que podrá casarse. A casi todos nos gustaría tener dos, pero para eso necesitamos dinero”. La poligamia es una cuestión compleja para la sociedad senegalesa. El débil movimiento feminista que pretende su abolición se topa con la realidad: En Senegal cada vez hay menos hombres. La gran cantidad de jóvenes varones que emigran o mueren en el intento se ha convertido en una especie de “hemorragia”, tal como suelen definirla los medios de comunicación africanos. Ello provoca que cada vez haya más mujeres solas, que, hartas de esperar o abrumadas ante la idea de compartir marido, se plantean irse del país en cayuco y cumplir sus propias expectativas vitales y profesionales. “Esperar es horrible”, explica Adje Ndeye Fall, cuyo ex marido “se olvidó” de ella al poco de llegar a Estados Unidos. “Viajar cambia a las personas. Aquí compartimos la comida con parientes y vecinos, y siempre nos apoyamos. En cambio, en Europa pagas por todo, por comer, por alojarte e incluso por ir por la carretera. Y esa presión vuelve a las personas más individualistas”, razona su madre, Binetalali M’Bengue, quien no acaba de superar que uno de sus hijos lleve años sin telefonearla. “Empezó a cambiar muy pronto y no entiendo por qué. Yo siempre he intentado ayudar a mis hijos y no les he pedido más dinero que el que podían enviarme, sé que tienen sus propias vidas”, explica Binetalali. “Con lo que manda el hijo que tengo en Ibiza nos alcanza para los gastos imprescindibles: el aceite, el arroz, la electricidad, el agua y el teléfono. El resto lo compramos con lo que saco yo vendiendo fruta y haciendo vestidos”. A su hijo menor, el séptimo, también le gustaría emigrar. El joven se pasa la tarde sentado en la “cama-sofá” viendo series americanas en el pequeño televisor que le ha traído su hermano desde España. Los colores se mezclan demasiado, mucho violeta en la pantalla, pero el sonido es bastante bueno. A veces, a media tarde, viene uno de sus amigos a ducharse en el baño que han podido construir en el patio gracias a los euros que ha sacado su hermano con el top manta. El impulso definitivo para alimentar estos sueños ha sido precisamente la “crisis de los cayucos” del principio del verano. Las noticias sobre la salida continuada de piraguas desde las costas senegalesas ha hecho que muchos piensen que en realidad no es difícil conseguirlo. “Además, temen que si no lo hacen ahora ya no podrán hacerlo nunca, porque la percepción general es que Europa y Estados Unidos se están blindando a base de vallas”, afirma el profesor Sene. Este vecino de Saint-Louis supo por los medios de comunicación que su ciudad se había convertido de pronto en uno de los principales puntos de salida de cayucos. “Hasta hace muy poco nadie en Saint-Louis hablaba de emigrar. Tenemos trabajo. Somos pescadores y los principales constructores de piraguas del país. Pero llegaron rumores desde Mauritania de que la gente estaba yéndose y de que se necesitaban piraguas nuevas y empezaron a venir personas de todas partes para ver qué estaba pasando aquí”. Responsables de Médicos del Mundo en Saint-Louis y Mauritania tienen opiniones similares. “Se inflaron las cifras. Nadie tenía datos exactos, pero en las noticias decían que había miles y miles de emigrantes esperando para salir desde Nuadibú. Ello creó alarma en los lugares de destino”, señala Pino González, coordinadora de la ONG en esta ciudad. Algunos periodistas identificaron como potenciales emigrantes a los mauritanos de raza negra y a africanos procedentes de otros países que llevan años trabajando en Nuadibú sin intención de “mudarse” a las Islas Canarias. Lo que sí es cierto es que Nuadibú, la capital económica de Mauritania, se había convertido en los últimos años en un lugar de paso para los subsaharianos que subían por tierra hacia el Estrecho de Gibraltar. Todo cambió cuando Marruecos reforzó el control de sus fronteras y el punto de partida se desplazó hacia el sur. En la actualidad, Nuadibú es el puerto mauritano donde opera un destacamento de la Guardia Civil. Cuando interceptan algún cayuco lo ponen a disposición de las autoridades de este país. Esta no es la única colaboración entre los gobiernos de Madrid y Nuatchok. El pasado mes de junio, el ejecutivo español concedió un préstamo de dos millones de euros a Mauritania. La cantidad para Senegal fueron veinte millones. “Los mauritanos y los senegaleses han aprendido de Marruecos y saben que ante una situación de alerta las autoridades europeas les conceden dinero rápidamente para “parar las crisis”, explica un español establecido en Nuadibú que pide no revelar su nombre. “Pasada la alarma inicial, es difícil controlar qué se está haciendo realmente con esas donaciones. Si no se invierten en crear riqueza en el país no sirven de nada. Por eso el dinero debería ser gestionado por ONGs sometidas a auditorías constantes”. Muchos habitantes de Nuadibú coinciden con este análisis e insinúan que la crisis de los cayucos fue en gran medida provocada. Ahmed, un saharaui que vive allí desde hace años, recuerda cómo a principio del verano la oficina de una famosa empresa de envío de dinero se quedó sin liquidez sorprendentemente durante varios días seguidos. Finalmente, se organizó una buena cola con toda la gente que estaba esperando transferencias y “ahí estaban los periodistas para grabar las imágenes. Parecía que todos aquellos jóvenes buscasen dinero para irse en masa”. “La emigración no es un fenómeno específico de África como se está haciendo creer últimamente. Tampoco se trata de una invasión. La gente que se va en cayuco viene desde muy lejos y en pequeños grupos, por oleadas, no en autobuses organizados”, ironiza el representante de la Media Luna Roja en Nuadibú, Ahmedou Uld Haye. Tampoco se trata necesariamente de gente sin recursos. La mitad de ellos tiene estudios, según una encuesta que está ultimando la Media Luna Roja. Y ese es, precisamente, otro de los grandes problemas de África: la fuga de cerebros parece no tener solución. Los muchachos que esperan “su turno” para subir a una piragua se pasan el día en el cibercafé consultando el estado de la mar y saben manejar un GPS con precisión, añade Ahmedou. “Cada vez están más preparados, se lo toman como una especie de guerrilla. Se entrenan físicamente y diseñan estrategias para que no los capturen. Y es que los trayectos son cada vez más largos y, por tanto, más arriesgados. Entre otros, tienen que cargar con más gasoil y por eso a veces se producen incendios en alta mar”. Tras un naufragio o un intento frustrado por alcanzar las costas españolas, los integrantes del cayuco son conducidos a la comisaría o al Centro de Retención de Nuadibú, construido por el Ejército español el pasado marzo. La falta de mantenimiento de las autoridades mauritanas ha hecho que se deteriore rápidamente y que “no reúna las condiciones de salubridad necesarias”, denuncia Pino González. González también remarca que durante la gran crisis de los cayucos, los individuos retenidos lo fueron durante varios días sin recibir ningún tipo de información sobre su destino y sin poder llamar a sus familiares para decirles que estaban vivos. “Nadie se preocupa por la salud mental de estas personas”. “Hay mucha hipocresía en torno al tema de la inmigración”, critica otra persona que trabaja por los derechos humanos en Nuadibú y que guarda su anonimato para evitar represalias. “No deberíamos hablar de emigración clandestina porque es muy fácil localizar a la mafia. Todo el mundo sabe quién vende los GPS y los motores para las piraguas”. Es un secreto a voces, pero todos juegan a no saber nada. Mientras tanto, en pueblos como Ngor sus habitantes siguen pendientes de las camas que se van quedando vacías. (Magazine, 27 de agosto de 2006)

6 thoughts on “Historias de Senegal

  1. un gran negocio este de la inmigración ilegal:
    – negocio para las mafias que explotan a estos inocentes sin importarles su vida.
    – negocio para los paises de origen que inflan estadisticas, y manipulan la información en busca de ayudas a fondo perdido.
    – negocio para los empresarios del pais de destino que explotan a estos inocentes con largas jornadas y cortos salarios.
    – negocio para las mafias locales que emplea a una gran mayoría en negocios lucrativos como top manta, drogas, prostitución, etc.
    – negocio para el gobierno, que emplea a placer planes de regularización con el fin de apaciguar su moral y encontrar votos.
    – negocio para la oposición que incendia las trincheras y ataca con el fin de encontrar votos.
    en fin, comprendo que un chaval de apenas 16 años de su vida por mantener toda esa cadena de intereses, al fin y al cabo de él depende el pan de muchas familias (con suerte de la suya)…
    perdonad la ironía pero de otra forma, duele.

  2. El otro día, en un programa de debate sobre la inmigración, se tocó la teoría del «efecto llamada». Manuel Pimentel (cabeza bien amueblada por lo que parece) dijo más o menos lo siguiente:
    Las cifras dejan claro que en España necesitamos mano de obra inmigrante, pero al mismo tiempo hay muy pocas vías legales de entrada. La política que se está aplicando es la de regularizar inmigrantes ilegales después de un tiempo, así que el efecto llamada real es el de: «tú entra ilegalmente por cualquier medio que luego si resistes acabarás regularizado», cuando si diéramos facilidades para entrar de forma legal y en respuesta a necesidades del mercado de trabajo, el efecto llamada sería éste: «es mucho más fácil entrar legalmente con contrato, sin jugarse la vida y sin más trámite que apuntarse en una oficina, sin sobornos de por medio»… me quito el sombrero.

  3. me alegra que tengas tan buen gusto, manuel pimentel es una de las mejores cosas que le paso al pp, al gobierno y a los españoles, y la pena es que su filiación haga que muchos lo desconozcan. hablar de centro es hablar de gente como manuel, de gente sin apego al cargo, sin miedo a romper la disciplna de partido para pensar por si mismos.
    me alegra tantranet que, en algo mas, estamos deacuerdo

  4. ¿Y estos elementos libres e inteligentes por qué no crean un partido de centro REAL? creo que se necesita una alternativa realista e inteligente a la derecha nacionalcatólica de toda la vida, que ahora mismo fagocita todo pensamiento de tendencia más o menos liberal. No les votaría, pero me parece que resultaría un panorama político algo más sano.

  5. fácil, la derechona ha fagocitado el concepto de centro, lo ha prostituido hasta el extremo de anular cualquier alternativa… seria demasiado peligroso, el final de los dinosaurios de pp.
    así que aquí estamos, como okupas dentro del partido intentando colgarnos a estribor para que no escore demasiado hacia la derecha…
    tiempo al tiempo….. maybe….. one day

  6. LO PEOR DE TODO ES QUE ,PRIMERO AFRICA SE MUERE Y NADIE HACE NADA ,EUROPA Y EL RESTO DE EL MUNDO SOLO SE PREOCUPAN DE LA INMIGRACIION .OCUPAROS DE PRPORCIONAR MATERIA PARA QUE LOS PAISES RESURJAN.Y AHORA LOS PROPIOS AFRICANOS TAMBIEN LA ABANDONAN EL BARCO SE UNDE Y ELLOS NO QUIEREN UNDIRSE CON EL

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