El Club Bilderberg se reúne en los Alpes austriacos

La historia se repite año tras año desde 1954. Con la llegada del buen tiempo, líderes políticos mundiales, miembros de la realeza, ejecutivos de multinacionales como Coca-Cola, Pfizer, Google, Repsol, Amazon, Telefónica, Deutsche Bank o Inditex, y representantes de los medios de comunicación más influyentes del mundo, desde The New York Times hasta El País, pasando por The Economist, se reúnen en un hotel de cinco estrellas durante todo un fin de semana con el compromiso de que no contarán ni una sola palabra de lo que allí se hable o suceda. En esta ocasión, el exclusivo encuentro conocido como Club Bilderberg se celebrará en el Interalpen-Hotel Tyrol, en los Alpes austriacos, del 11 al 14 de junio.

El emplazamiento tiene muchas ventajas. Sus habitaciones, que oscilan entre los 200 y los 1.300 euros por noche y persona, están perfectamente aisladas. Y, por supuesto, dispone de un campo de golf cercano, un elemento presente en todas las citas del club fundado por el príncipe Bernardo de Holanda y el banquero estadounidense David Rockefeller en plena Guerra Fría. Pero lo más práctico de la elección es, sin duda, su proximidad a la localidad alemana de Garmisch-Partenkirchen. Allí, en el castillo de Elmau, se reunirán algo antes, el 7 y 8 de junio, los miembros del G-7. De este modo, algunos de los participantes en la reunión de los siete países con mayor poder económico y militar del mundo volverán a verse las caras en el Tirol sin demasiado esfuerzo y en un entorno completamente privado. Los organizadores de Bilderberg han vuelto a demostrar su habilidad para coordinar las agendas de personalidades del más alto nivel procedentes de Estados Unidos, Canadá y Europa.

Las fuerzas de seguridad austriacas y alemanas llevan meses trabajando conjuntamente para blindar los dos eventos, como si de uno solo se tratara. El pasado 15 de mayo, los jefes de la Policía de ambas regiones alpinas presentaron el despliegue de seguridad común que mantendrán durante las dos citas. Un acuerdo especial permitirá a los agentes actuar indistintamente a un lado y otro de la frontera para evitar manifestaciones y otras acciones no autorizadas. Durante ese tiempo también habrá restricciones del espacio aéreo.

Y, ciertamente, se prevén importantes protestas, como viene sucediendo en los últimos años, desde que la existencia del club es más conocida. Hoy día ya no es difícil leer noticias más o menos breves en los medios de comunicación tradicionales de los países anfitriones y no sólo en webs de contrainformación. En 2013, por ejemplo, unas 2.000 personas participaron en el festival fringe que se organizó en Watford (Inglaterra). Entre ellos, activistas llegados de todo el mundo y también muchos ingleses que, como suele ocurrirle a la opinión pública de los países anfitriones, no acababan de entender por qué se destinaban tantos recursos a garantizar la seguridad de una reunión privada de vips de la que nada trasciende.

El secretismo en torno a Bilderberg, que prohíbe micrófonos y cámaras a sus huéspedes, ha despertado todo tipo de críticas y especulaciones sobre un grupo que a menudo ha sido descrito como “un gobierno mundial en la sombra“. El hecho de que los secretarios generales de la OTAN suelan ser invitados al evento poco antes de sus nombramientos o de que muchos de los futuros presidentes y ministros sean presentados a esta sociedad cuando aún son candidatos es una coincidencia que parece reseñable. En este sentido, el club invita a personalidades de todas las tendencias. Margaret Thatcher fue descrita por The Times como una “tímida participante” cuando asistió a la reunión en 1975. Cuatro años después, se convirtió en la primera mujer en gobernar el Reino Unido. En 2008, fue el entonces senador Barack Obama el que acudió al hotel de Virginia (EEUU). Aunque no aparece en la lista de participantes oficial filtrada por Wikileaks, el periodista estadounidense Jim Tucker logró que sus portavoces le atendiesen. Se negaron a hacer comentarios, pero no desmintieron la participación de Obama a esta voz de la ultraderecha mediática de su país especializada en Bilderberg. Durante años y hasta su muerte en 2013, Tucker fue el referente, el primero en desvelar el lugar escogido por el club para su gran fiesta privada. También prácticamente el único en hacerse con una de las codiciadas listas oficiales.
Una cuidada selección

La organización abrió, finalmente, en 2010 una página web, bilderbergmeetings.org, en la que se enuncian, siempre a toro pasado, los temas tratados, y los nombres y cargos de los 150 invitados que aproximadamente se ven cada año en estos campamentos de lujo. Su selección se hace en función de los temas propuestos en cada edición por los miembros del comité ejecutivo. Los representantes del club en cada país se encargan de invitarles con la máxima discreción. En España, su hombre es, desde hace años, Juan Luis Cebrián, presidente del Grupo Prisa. Eso explica el escaso interés demostrado por el diario El País en informar sobre los encuentros, como han denunciado en varias ocasiones los periodistas especializados en Bilderberg, entre los que destacan Cristina Martín Jiménez y Daniel Estulín.

La presunta apertura coincidió con la celebración del encuentro en Sitges (Barcelona), la segunda vez que el club se reunía en España. La primera tuvo lugar en La Toja, en 1989, y el entonces presidente Felipe González ejerció un papel destacado. La relación del líder del PSOE que resolvió definitivamente el ingreso de España en la OTAN es uno de los principales ejes del nuevo libro de Cristina Martín Jiménez, Los planes del Club Bilderberg para España (Temas de hoy). La periodista, que asegura que ha obtenido información fiable consultando, sobre todo, documentos desclasificados de la CIA y la Agencia Nacional de Seguridad de EEUU (NSA, por sus siglas en inglés), dice que conseguir nuevos datos no es una tarea fácil: “Es un trabajo perseverante y agotador que confirma que lo que tenían planeado hace 40, 20 o 10 años sigue su camino hacia delante. Además de los documentos desclasificados, ellos mismos caen en la trampa de la vanidad y hablan de más en momentos en los que deberían mantenerse en silencio. Ahí es cuando los pillo. Otras fuentes a las que recurro es a personas que trabajan en sus industrias, a economistas y miembros del ejército y de empresas dedicadas a la guerra, incluso mercenarios a sueldo. Son muchas las personas a las que recurro para que me informen y, como fuentes periodísticas, debo protegerlas porque les causaría muchos problemas”.

Igual de críptico se muestra Daniel Estulín, autor del bestseller La verdadera historia del Club Bilderberg, quien ahora prepara un documental sobre este grupo. Ambos autores representan una manera de informar sobre Bilderberg muy distinta a la del periodista de The Guardian Charlie Skelton, conocido por su ironía y por contar con un potente objetivo que logra captar la imagen de muchos de los invitados cuando llegan al hotel en sus coches blindados de cristales ahumados.

Para Skelton, el verdadero poder de Bilderberg hoy se resume en dos conceptos: ejercer de lobby y diseñar estrategias, “dos caras de la misma moneda”. Para el periodista inglés, “está claro que si estos encuentros no les resultasen beneficiosos, no acudirían a ellos los directivos de Shell Oil, BP y Goldman Sachs, por ejemplo”.

Los protagonistas han variado a lo largo de estos años, aunque algunos de los fundadores, como el ex secretario de Estado de EEUU Henry Kissinger, siguen asistiendo y manteniendo su influencia. David Rockefeller, que cumplirá 100 años en junio, lo hizo regularmente hasta hace muy poco, destaca Skelton. Sobre la web oficial del club, este reportero celebra que ahora incluya “menos mentiras y desinformación que cuando fue lanzada. Está mejorando. No son muy buenos en autopromocionarse, aún están aprendiendo. Son pasos de bebé”, bromea. La primera reunión del club que cubrió Skelton, en la medida de lo posible, fue en 2009. Tuvo lugar en Vouliagmeni, en las afueras de Atenas. “Entonces ni siquiera estaba seguro de que estuviera ocurriendo allí. Encontré una mención en un fórum de Internet que daba la localización y la fecha y tomé un vuelo a Grecia”. Desde entonces han cambiado algunas cosas informativamente hablando.

Aunque no en España. En el Congreso de los Diputados sólo tres políticos han formulado preguntas sobre la participación de líderes españoles en los encuentros: Gaspar Llamazares (IU), Cayo Lara (IU) y Jon Iñarritu (Amaiur). El primero, que solicitó información sobre la reunión de Sitges, no obtuvo ninguna respuesta. Lara, que exigía detalles sobre la asistencia de Soraya Sáenz de Santamaría a la edición de 2012, e Iñarritu, que lo hizo sobre la de José Manuel García-Margallo en 2014, lograron que el Secretario de Estado de Relaciones con las Cortes les redactara unas líneas que son un calco de la web oficial. Por supuesto, ni una referencia a bilderbergers famosos, como la reina Sofía.

Cristina Martín cree que existe un pacto de silencio “entre el PP y el PSOE que impide desclasificar documentos sobre la Transición y la historia reciente de España”. Estulín, por su parte, considera que la “cinta transportadora” que solía ser Bilderberg para quienes querían ascender hasta convertirse en parte de la élite ha perdido esplendor: “La vieja guardia, como Kissinger, está muy vieja. No hay nueva sangre verdaderamente capaz de hacer de Bilderberg algo relevante a corto plazo”. Sin embargo, el invento sigue estando a la última. En 2001, el club nombró como nuevo presidente a Henri de Castries, que también dirige AXA, una de las mayores aseguradoras del mundo. “Este sector es muy importante porque te da acceso a los historiales clínicos y financieros de todo el mundo. Los candidatos se eligen en función de su uso para los planes a largo plazo del club”, sentencia Estulín.

Artículo publicado originalmente en La Marea.

One thought on “El Club Bilderberg se reúne en los Alpes austriacos

  1. Siniestras camarillas y los lobistas de Bilderberg manipulan al publico para instalar un gobierno mundial que no conoce fronteras y que no rinde cuentas ante nadie, salvo a si mismo.

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