El cerco de la Puerta del Sol

puerta sol 1 La situación creada en el entorno de la Puerta del Sol hace horas que sobrepasa el absurdo. ¿De qué se trata? ¿Cómo acabará este pulso, en el que se está invirtiendo tanta energía? El propio Sindicato Unificado de Policía (SUP) reconoció ayer que no tiene sentido prohibir la libre circulación por un espacio público. En el twitter del abogado Javier de la Cueva leo: “esta puede ser bonita: denuncia masiva por delito de coacciones por impedir el derecho de moverse por la puerta del Sol.” A pesar de las enormes diferencias, hay algo en todo este despliegue policial que me recuerda a Génova 2001. Entonces se suspendió el Tratado de Schengen, la libre circulación de personas, y la ciudad quedó literalmente tomada por las fuerzas de seguridad. Ahora es el centro de Madrid. ¿Por qué? De momento, no hay respuestas. Así lo explica El País:

No hay respuestas sobre cómo se va a proceder ni porqué se actuó de esa forma. Ni la Delegación de Gobierno ni el Ayuntamiento de la capital ofrecen información sobre el dispositivo conjunto que están llevando a cabo para impedir que el Movimiento 15-M vuelva a ocupar alguna plaza de la ciudad, sobre todo la de la Puerta del Sol. Desde que el pasado martes la policía desalojó a los últimos indignados de esta plaza, contra el criterio que se había seguido hasta el momento de tolerancia y mera vigilancia, ninguna de las dos administraciones acceden a contestar a preguntas sobre el operativo. No se pronuncian ni sobre cuál fue el motivo de elegir este momento para expulsarles de la plaza -tras 79 días de ocupación pacífica- ni porqué se decidió bloquear el acceso al kilómetro cero.

Cuesta saber qué está pasando en los alrededores de la Puerta del Sol en estos momentos. Los «minuto a minuto» de los medios de comunicación no están del todo en forma. Hay quien no quiere darle demasiado eco, vaya a ser que se animen más indignados al ver las imágenes. Y también sucede que es verano, las redacciones están bajo mínimos…. Igual que la Bolsa. Los titulares sobre el “caos bursátil” dejan ver poco más. Pero la información puede seguirse bien por internet. A continuación, nueva crónica de Inma del Valle* desde la Puerta del Sol. Allí ha podido «refugiarse» en un salón recreativo al que le han permitido acceder. El encargado del local, que lleva 27 años trabajando en este negocio, asegura que nunca ha visto nada igual: “He presenciado de todo, hasta huelgas generales con el local abierto, pero esto nunca. La calle Preciados es la más concurrida de Europa. Donde más gente transita por minuto y mira cómo está la plaza”.

DUELO AL SOL Más de las cuatro de la tarde y las calles que bajan a Sol están siendo filtradas por efectivos policiales de forma muy laxa. Hay que parecer un mohicano para que no dejen pasar al interior de la plaza.

Una cinta de plástico atada de farola en farola, con la ayuda del Oso y de Carlos III, demarca un perímetro que salvaguarda una superficie de pavimento recalentado y desierto. Nada. Un símbolo al que protegen de sus creadores. Un tótem gaseoso. Ni tan siquiera una estatua cagada de provocadoras palomas. Los viandantes caminan en círculo alrededor de los hombres de mono azul y sus diligencias de caballos invisibles. El Séptimo de Caballería rodeado de indígenas sin pinturas de guerra. Una escena de película sin sonido. Ni tiros, ni gritos amenazantes, ni, como diría Lorca, galope de caballos furiosos. En la calle Montera, un joven explica que, a las cuatro de la tarde, la policía no le dejaba pasar el primer filtro porque iba a tomar la plaza: “No se creían que iba a abrir Springfield”. Acabó pidiendo a los agentes que su jefe le acompañaran hasta la tienda para comprobar que era cierto. Al parecer, los piercings del dependiente podrían ser un indicio de que no pertenecía a una tribu de fiar, pero al final pudo abrir la tienda. “Nos ha venido el jefe de ventas y nos ha preguntado por qué no hemos vendido nada. Lleva todo cortado desde las doce y esto es peor que cuando estaba lleno de indignados. Antes, los clientes accedían, mejor o peor, pero accedían. Ahora no puede llegar nadie para comprar porque está cortado por la policía”, añade el joven. Comienza un movimiento de las fuerzas del orden que sorprende a las personas incautas, curiosas o consumidoras. Se inicia un desalojo, mejor dicho, se prohíbe el tránsito porque nadie está alojado en la pradera gris, si exceptuamos a los propios hombres de botas negras que exigen el desconcertante desalojo. En la calle Preciados, tras las vallas, un grupo de pies negros grita: “DEJADNOS PASAR, VAMOS A COMPRAR” Las personas que salen a la plaza de la boca del Metro lo hacen deslumbradas por el sol, la soledad del reloj y los gritos de los buenos indicándoles la salida improvisada: “¡¡CIRCULEN!! ¡¡CIRCULEN!!”. Unas instrucciones que recuerdan épocas preconstitucionales. Otras algo más confusas: “NO SE QUEDEN ESTÁTICOS EN EL MISMO SITIO”. Parece que quisieran que trotásemos sin avanzar como los corredores amateurs cuando esperan que el icono del peatón del semáforo cambie del rojo al verde… Eso sí, todo “por favor”. Comienzan a protestar ciudadanos que no entienden la escena: “Iros a detener a criminales” o “Qué vergüenza”. Hay un rifirrafe entre uno de los ayudantes del sheriff y un asombrado que acaba con los gritos del último: “No me llames gilipollas”. Otro testigo le apoya: “Menos porra y más cerebro”. Son personas que, como Aute, pasaban por aquí. No habían quedado ni formaban parte de ningún complot. Simplemente acababan de salir del Metro. En la calle Arenal llega otro grupo de la indignación y grita al otro lado de la zona tabú: ¡¡ESTO ES INCONSTITUCIONAL!! Los últimos son pastoreados hacia la calle Mayor pero hay una reserva imprevista. Una sala de juegos recreativos donde refugiarse. Se puede estar y no estar en la plaza. Dentro del km 0 pero sin pisarlo. Además, también se puede disfrutar de inmejorables vistas y aire acondicionado. Los custodios del absurdo miran despreocupados bajo sus viseras. Alguien comenta a uno de ellos la “papeleta” que tiene. Su gesto de desconcierto y resignación mientras baja la mirada es más que elocuente… Una mujer grita indignada: “La gente tiene que entrar y salir de su casa. Tiene que ir al trabajo, coger el Metro. ¿Esto qué es?” De repente, se concentra un grupo de indignados oficiales, danzan al son de sus timbales y al poco desaparecen. Nadie en la plaza ni en sus inmediaciones. Sólo ellos. Los agentes del orden. Quizá los más incrédulos. Se oyen ecos de voces que proceden de la calle Carretas. Asustan más de lejos, sin caras. Pero todavía no se divisan señales de humo. El encargado de la sala de juegos afirma que en 27 años trabajando en el negocio no ha visto nada igual. “He presenciado de todo, hasta huelgas generales con el local abierto, pero esto nunca. La calle Preciados es la más concurrida de Europa. Donde más gente transita por minuto y mira cómo está la plaza”. Nada. Al fondo la enorme pluma de una grúa sigue trabajando en la emblemática fachada junto a la calle Alcalá como si fuera la aguja de un reloj. Comienza el runrún del helicóptero que lleva acompañando a los vecinos varios días hasta altas horas de la madrugada. Tras los cristales ahumados de uno de los furgones, un policía se incorpora del asiento y se coloca la gorra que tenía a modo de antifaz. A él también le acaba de joder la siesta.

* Inma del Valle es un seudónimo. La fotografía también es suya.