Hotel América

El segundo número de la revista literaria Granta en español reúne bajo el título “Hotel América” los textos de una veintena larga de autores de ambos lados del Océano Atlántico que reflexionan sobre “el único imperio contemporáneo, el más poderoso de la historia”. Sus visiones son esencialmente literarias y no políticas. Repasan la relación de los autores con “América” y, sobre todo, cómo les ha condicionado vivir en este país, un lugar que todo el mundo cree conocer. Entre todos los relatos, destaca el del alemán Hans Magnus Enzensberger, pero reproduzco aquí los extractos que, más que con Estados Unidos, enlazan con la anotación de ayer en la que hablaba de la caída del Muro de Berlín. Enzensberger recuerda en “El Imperio Celeste” sus experiencias con el ejército norteamericano cuando éste llegó a luchar contra el nazismo:

“Un día el capitán McCann, nuestro comandante, me entregó un paquete del tamaño y la forma de un ladrillo (…). Cuando lo abrí, encontré una plétora comprimida de objetos intrigantes: en primer lugar, una pequeña lata, al fondo de la cual se había adherido un ingenioso abridor. Dentro descubrí una suerte de carne prensada y totalmente desconocida, que se llamaba Spam. Luego vi un envoltorio de aluminio que contenía un polvo marrón y amargo, de grano grueso, conocido con el no menos misterioso nombre de Nescafé. Había terrones de azúcar empaquetados individualmente, una bolsa de leche en polvo, una provisión de aspirina, una lata de piña en almíbar, pañuelos de papel y, lo más intrigante de todo, un condón y un tubo de ungüento antibiótico para la prevención y la cura de enfermedades venéreas (…). Me pareció clarísimo que una nación capaz de hacer semejantes previsiones tenía que ser invencible”.

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Sobresueldo

Interesante reportaje el que publica este mes la revista Qué Leer acerca de “El sobresueldo de los escritores”. En el texto, Òscar López repasa desde los pregones que algunos leen en las fiestas de los pueblos de esta juerguista península hasta los extras que se embolsan como jurados de premios literarios y moderadores de tertulias. Al parecer, las varietés más rentables son “hacer de negro” y clausurar convenciones de grandes multinacionales, una actividad que “deja un buen pellizco”. Por otro lado, si alguien pensaba que los artistas estaban fueran del alcance de las ETTs, ya puede ir desengañándose: http://www.maikalili.com/ ofrece los servicios de sus escritores y guionistas a los empresarios que los requieran y también a todo aquel que necesite un negro para escribir sus memorias. Yo he hecho de «mulata» para el doctor Estivill. Lo llamo así, porque no fui negra total. Mi nombre aparecía en el copyright del libro, aunque sin estridencias (por iniciativa propia). La experiencia no atentaba contra mis principios, porque se trataba, simplemente, de escribir sobre cómo ayudar a dormir a niños de 5 a 12 años. Mis artículos sobre sexo firmados con pseudónimo tampoco me avergüenzan, pero prefiero el anonimato para no crear falsas expectativas. La gente estaba empezando a hacerme preguntas raras.
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Reinformando

Desde que leí Corazón tan blanco, de Javier Marías, soy consciente de lo complicado y peligroso que es el trabajo de los traductores. Y después de lo sucedido con la traducción errónea que hizo la agencia Efe con las declaraciones de Rumsfeld, me da miedo incluso traducirme a mí misma. En cualquier caso, ya va siendo hora de que cuelgue el texto de mi intervención en el Fòrum. Al principio, pensé leer el texto palabra por palabra, pero al final lo utilicé como un guión que seguí más o menos al 90%, porque algo desvaríe y añadí alguna que otra tontería.
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Noticias del gremio

A veces recibo mails preguntándome si se puede vivir de la literatura. En el fondo, quienes hacen esta pregunta adivinan la respuesta. Es imposible, salvo para tres o cuatro excepciones que hoy estaban invitadas a la boda. Sin embargo, a casi nadie del gremio le gusta abordar el tema. Los periodistas autónomos (free-lance) tampoco compartimos información sobre las tarifas de los reportajes. Hablar de dinero es de mal gusto, una especie de tabú, y así nos va a todos. Los contratos estipulan que las editoriales deben informar a los autores de cuántos libros han vendido cada año durante el primer trimestre del año inmediatamente posterior. A estas alturas del segundo trimestre, aún hay “liquidaciones” que ni quiera han sido enviadas. Con la palabra “liquidaciones” me estoy refiriendo a la carta que certifica el número de ejemplares vendidos, no al pago (si lo hubiere). Una vez el autor (o su agente literario) recibe esa información debe emitir una factura por el importe estipulado y esperar nueva y pacientemente a poder cobrar. En ocasiones, el retraso es espectacular. Las liquidaciones son además actos de fe. Cada editorial te dice cuántos libros se han vendido, cuántos se han “regalado” como promoción y cuántos se han estropeado durante el año anterior. Los autores tienen que creérselo. No hay manera de comprobar las cifras. A los retrasos informativos y monetarios estamos acostumbrados todos. Pero este año la cosa se ha complicado. Me cuentan que durante el 2003 la cifra de “estropicios” está siendo tremenda. Recientemente, he podido comprobarlo por mí misma. La liquidación de uno de mis libros asegura que ha habido centenares de ejemplares estropeados, pero no me explica cómo, así que no sé si es que al transportista se le ha caído una mancha de aceite encima de la portada o si algún librero se ha cargado una página al apuntar el precio. No es cuestión ahora de buscar culpables, odio los chivatos. Bastante apuro habrá pasado el pobre “estropeador”. Pero creo que deberíamos empezar a pensar en alguna solución como, por ejemplo, pasarle unos metros de “aeronfix” –así le llamábamos de pequeños- a las editoriales para que los forren. O tal vez sería más adecuado un rollo de papel de aluminio. Me temo que este post tendrá una segunda parte.

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Noticias desde Sevilla de La Palabra Itinerante

Desde el colectivo ‘La Palabra Itinerante’ (lapalabraitinerante@yahoo.es) nos gustaría informaros nuevamente de algunas convocatorias de actividades que tendrán lugar en las próximas fechas, por si son de vuestro interés. Ahí van: Dentro de las actividades de la XXXIII FERIA DEL LIBRO DE SEVILLA (Plaza Nueva): VIERNES 14 MAYO 18.00 HORAS (Carpa principal): LA HORA DE LA POESÍA: la joven poesía sevillana, con David Eloy Rodríguez, José María Gómez Valero, Juan Manuel Romero y Pedro del Pozo. Recital. SÁBADO 15 MAYO 13.00 HORAS (Carpa Principal): Presentación de Sevilla, 24 poetas y 24 artistas, de César Sastre (editor), antología en la que aparecen publicadas obras de 24 artistas plásticos y 24 poetas (entre ellos algunos autores que forman parte de ‘ la palabra itinerante’), que dialogan con sus creaciones en torno al concepto ‘sevilla’.
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«Maldición y olvido»

El periodista Antonio Baños escribe hoy en La croqueta, su sección en el renovado suplemento Libros/Llibres de El Periódico, que «El genocidio de Ruanda cotiza menos que los muertos de Irak y del 11-S»:

Hace unas semanas Jon Sistiaga, compañero en Tele 5 del fallecido José Couso, presentó su libro Ninguna guerra se parece a otra (Plaza & Janés). La Casa del Llibre estaba a reventar. Andreu Buenafuente presentó el acto (…). El pasado jueves, otro corresponsal de guerra presentaba libro. Jean Hatzfeld trajo su impresionante Una temprada de machetes (Anagrama), sobre el genocidio de Ruanda. Si alguien quiere saber cómo son las llamadas guerras olvidadas, no hace falta que viaje al Congo ni a Afganistán. Con haber pasado por el Institut Francès, hubiese percibido la desolación que arrastra consigo la maldición de un conflicto olviado. De las 300 butacas del auditorio sólo 15 estaban silenciosamente ocupadas. Al fin y al cabo, lo de Ruanda pasó hace una eternidad. Tanto, que los libreros dudan si poner el libro en el estante de historia. Y pasó muy lejos, casi en la sección de viajes, donde todo son tribus imposibles de distinguir (¿quiénes eran los malos?: ¿los hutus, los tutsis o los watusis?). Y pasó sin que el petróleo subiera, los diamantes bajaran o algún blanco muriera.
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