El segundo número de la revista literaria Granta en español reúne bajo el título “Hotel América” los textos de una veintena larga de autores de ambos lados del Océano Atlántico que reflexionan sobre “el único imperio contemporáneo, el más poderoso de la historia”. Sus visiones son esencialmente literarias y no políticas. Repasan la relación de los autores con “América” y, sobre todo, cómo les ha condicionado vivir en este país, un lugar que todo el mundo cree conocer. Entre todos los relatos, destaca el del alemán Hans Magnus Enzensberger, pero reproduzco aquí los extractos que, más que con Estados Unidos, enlazan con la anotación de ayer en la que hablaba de la caída del Muro de Berlín. Enzensberger recuerda en “El Imperio Celeste” sus experiencias con el ejército norteamericano cuando éste llegó a luchar contra el nazismo:
“Un día el capitán McCann, nuestro comandante, me entregó un paquete del tamaño y la forma de un ladrillo (…). Cuando lo abrí, encontré una plétora comprimida de objetos intrigantes: en primer lugar, una pequeña lata, al fondo de la cual se había adherido un ingenioso abridor. Dentro descubrí una suerte de carne prensada y totalmente desconocida, que se llamaba Spam. Luego vi un envoltorio de aluminio que contenía un polvo marrón y amargo, de grano grueso, conocido con el no menos misterioso nombre de Nescafé. Había terrones de azúcar empaquetados individualmente, una bolsa de leche en polvo, una provisión de aspirina, una lata de piña en almíbar, pañuelos de papel y, lo más intrigante de todo, un condón y un tubo de ungüento antibiótico para la prevención y la cura de enfermedades venéreas (…). Me pareció clarísimo que una nación capaz de hacer semejantes previsiones tenía que ser invencible”.